LEÓN, ESPAÑA

Continuando por la Calle Ancha en dirección a Santo Domingo, llamará la atención una portada románica que contrasta con los edificios circundantes. Se trata de la Capilla del Cristo de la Victoria, cuya fachada fue construida por el reputado arquitecto Demetrio de los Ríos, conocido por su esencial labor en la conservación del patrimonio histórico español, y que además participó en el proyecto de reconstrucción de la catedral de León. En la iglesia cercana a esta capilla se guardan los restos del mártir San Marcelo, centurión martirizado en Tánger en el 298. Fueron traídos por Fernando el Católico en 1493, y la placa conmemorativa situada en el tímpano recuerda al centurión:

 

La piedad leonesa consagró con un Cristo crucificado este lugar en el que primitivamente estuvo la casa del centurión Marcelo, en recuerdo de la victoria conseguida por la fe, cuando recibieron martirio tan gran hombre y sus hijos[1].

 

Gran conocedor de la arquitectura medieval, aplicará en esta modesta obra sus conocimientos, imitando la Portada del Perdón de la Basílica de San Isidoro en esta misma ciudad[2]. Está dividida en dos cuerpos, y está rematada en la parte superior por una pequeña espadaña en el centro. El nivel inferior está compuesto por un vano cubierto por  arquivoltas de medio punto, y a los lados, en el muro, dos falsas aspilleras. En la parte superior una arquería con vidrieras que iluminan el interior a modo de claristorio, cubiertas por arcos de medio punto soportados por columnas con decoración románica.

 

Logra así una monumentalidad insólita teniendo en cuenta las pequeñas dimensiones de la capilla, inserta además en un entorno que perjudica su visibilidad. Incluye sin embargo como elemento diferenciador de la Puerta del Perdón la decoración de las arquivoltas de la portada, mediante elementos geométricos de zigzag o dentado cisterciense[3] en las exteriores y circulares a modo de perlado en las interiores. En este caso sí se puede hablar estrictamente de neorrománico, pues aplica el sistema decorativo en su totalidad, con voluntad recreadora.